Antes de pasar a la ficción (En la entrada
anterior podrás leer el texto previo, completo), reitero “La
cuarta hipótesis”, con algunos "arreglos"
Me propuse interpretar
los mensajes de Daniel y escribí algunas hipótesis, bajo el título:
CLAVES PARA ENTENDER LA MUERTE DE NISMAN
1) Alberto Nisman tenía a su cargo la Unidad
Fiscal creada exclusivamente para investigar el atentado contra la AMIA (UFI-AMIA), en el 2005, por Néstor K.
Esta fiscalía estaba (y
está) dotada de un presupuesto abundante y de todo el personal que Nisman
requiriera, incluido Antonio “Jaime” Stiuso, de la SI.
2) La investigación se
dirigió exclusivamente hacia la pista
iraní.
3) Es la
embajada de los Estados Unidos la que exige a Nisman que confine la conexión
interna (por ej. Menen), como así también la pista siria.
4) Así, la
única opción que le queda a Nisman es la pista
iraní. Esto es confirmado por el periodista Santiago O’ Donnel:
“Allá por enero del 2011, cuando Julian Assange, editor del sitio
Wikileaks, me entregara un pen drive con más de 2500 cables diplomáticos
estadounidenses referidos a la Argentina, lo que más me llamó la atención fue
la información referida al atentado en contra de la AMIA y al fiscal de la
causa, Alberto Nisman.”
…“los Wikileaks mostraron
cómo los estadounidenses interfirieron en la investigación instruyendo al
fiscal que persiga a los iraníes y sólo a los iraníes y recibiendo a cambio
información privilegiada de la causa…”
(http://santiagoodonnell.blogspot.com.ar/)
5) Lo que
aporta Stiuso, es lo único que espera y que tiene en cuenta el Fiscal.
Gustavo Silvestre, en m1,
muestra un video en el que se lo ve y escucha a Nisman hablar del rol del ex
agente de inteligencia. En la práctica, la investigación del caso AMIA la llevaba
Stiuso. Nisman sólo le daba formato legal.
(“El canal hispano América Tevé de Miami
publicó en su canal de You Tube dos audios inéditos del fiscal Alberto Nisman
hablando de Antonio Stiusso con una fascinación parecida con la que un
pibe de 14 años se refiere a Messi….” Ver
videos y desgravación en pájaro rojo.com.
O buscarlo en “m1”, programa de G. Silvestre )
6)
Stiuso es un agente de inteligencia identificado
con el sector de la SI alineado y alienado a Estados Unidos (Embajada–FBI–CIA).
7) El 12 de enero Alberto Nisman regresa de
sus vacaciones, desde España.
Es recibido por un agente
de la SI enviado por Stiuso.
8) ¿Quién le ordena a Nisman
que regrese al país en forma urgente?
Es muy posible que
“alguien” (¿Stiuso o alguno de sus agentes?) le haya dicho cosas como: “el
gobierno tiene conocimiento de la denuncia”. O: “te van relevar del cargo”)
9) El 14 de enero presenta,
ante el juez Lijo, una denuncia contra la Presidenta CFK y el canciller
Timerman, por presunto encubrimiento a los iraníes sindicados como responsables
del atentado contra la A.M.I.A. (En la denuncia completa son muchos más los acusados.
10) El 14 de enero el fiscal Nisman es
convocado por la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados para
que el día 19 dé información sobre su
denuncia.
11) El 18 de enero, Nisman fue encontrado
muerto.
Los médicos forenses determinaron un
horario de muerte de entre 12 y 15
horas, es decir, que Nisman habría muerto entre las 10 de la mañana y las 13
horas del domingo.
12) Los medios de comunicación imponen una agenda temática con tres
hipótesis: homicidio, suicidio, inducción o instigación al suicidio.
13) Se conoce que Diego Lagomarsino, secretario de confianza de
Nisman, es quien le entregó el arma que fue disparada.
14) El barrido electrónico en ambas manos de Nisman y en el
cuerpo da negativo. Esto de ninguna manera puede entenderse como que el disparo
no fue efectuado por el propio Nisman.
Un barrido electrónico de
fulminante puede dar negativo por diversas causas o por la combinación de
algunas de ellas:
·
Las armas de bajo calibre, como la .22, dejan poco material
residual en las manos de quien la acciona.
·
La trayectoria de la mano, al caer luego del disparo (en
caso de suicidio), puede “limpiar” rastros.
·
El periodista Ezequiel Del Bianco (Perfil.com, 27/01/2015)
consultó al científico del CONICET, Raúl Bolmaro. De esa nota se desprende:
todo disparo de arma deja restos de metales pesados, pero no siempre pueden ser
detectados. Bolmaro explica que hicieron una experiencia de 50 disparos y que
tomaron “muestras minutos después, y hasta siete horas después”. Es decir,
hasta siete horas después el resultado puede dar positivo, pero es menos
probable obtener ese resultado, una vez que transcurrió más tiempo. El cuerpo
de Nisman fue hallado entre diez y trece
horas posteriores a su muerte. No implica que esas horas sean coincidentes con
el horario del disparo.
15) Un fiscal, que puede tener y hasta portar
el arma que quiera, por ejemplo una 9 milímetros, ¿va a pedir prestada una
pistola 22 para defenderse?...
16) Con más razón aún: Un Fiscal de la Nación, que investiga el atentado
terrorista más trágico que hemos padecido todos los argentinos, ¿pediría prestada
una pistola .22 para defenderse?
17) Si el Fiscal hubiese pensado que alguien, supongamos uno de sus
custodios, va a atentar contra su vida, ¿pensaría que iría a cometer el hecho
con un arma de bajo poder letal?
18) Todo fiscal (jueces y similares) tienen la posibilidad, por Derecho, de
tener y portar armas de fuego, por ejemplo, una pistola 9mm.
19) Según el RENAR, Nisman poseía armas de fuego debidamente autorizadas.
20) El 28 de enero, Diego Lagomarsino, titular de la Bersa
calibre 22, da una conferencia de prensa junto a su abogado. Explica cómo y por
qué le lleva el arma a Nisman. Dice que el Fiscal se la pide porque temía por
su seguridad.
21) Lo más importante que declara y que no ha sido analizado
por periodistas y, tal vez, por los abogados que intervienen en el caso es
cuando afirma que el Fiscal le dice que tenía más miedo de que fuera cierto de
que no lo fuera. (Se refiere a la denuncia de Nisman contra la Presidenta, el
canciller de la República Argentina, y otros.)
22) ¿Un Fiscal presenta una denuncia contra un presidente de
una nación, en este caso la presidenta CFK, y no está seguro de que sea cierto
lo argumentado en su presentación?
23) En casos de mucha menos importancia, un buen fiscal se
abstiene de denunciar a alguien si considera que las pruebas no son consistentes.
Tal es el caso de la denuncia de Nisman, inverosímil.
24) La fiscal Fein y la jueza Palmaghini, ambas, en sus
diferentes roles, a cargo del caso caratulado como “Muerte dudosa”, encuentran
en la caja fuerte que Nisman tenía en su casa, una
importante suma de dinero en dólares y pesos, además de bonos.
25) Recién 17 días después de la muerte de
Nisman es allanada la sucursal 75 del Banco Ciudad donde Nisman y su madre
tenían una caja de seguridad.
26) Esa caja de seguridad ya había sido
vaciada por la madre de Nisman. Al respecto, Horacio Verbitsky (Pág. 12),
escribe:
“Llegaron
tarde: antes pasó por allí la madre de Nisman y locadora con él de la caja de
seguridad, Sara Garfunkel, quien vació su contenido. Entre las cosas que retiró
había dos maletines que su hijo había guardado allí en el mes de octubre. La
señora Garfunkel también vació la cuenta que compartía con su hijo en la
sucursal 17ª del mismo banco, en Callao y Juncal. En cuanto regresó de España, Nisman
abrió otra caja de seguridad, en una cueva financiera que atiende con
discreción en una galería de la calle Florida. Dejó a sus custodios en la
puerta y entró para cerrar el trato. Más tarde, la custodia llevó a Sara
Garfunkel, quien firmó como cotitular de la caja.”
Suponiendo
que decide suicidarse, por el motivo que sea:
(En una
próxima entrada escribiré sobre los posibles motivos)
27) ¿Elige un arma calibre 22, teniendo a
disposición otras de calibre grueso?
28) Aun suponiendo que esa 22 es el arma que
tiene más a mano, ¿decidiría
dispararse sobre el parietal y no a través del paladar superior, para que el
pequeño proyectil atraviese sin dificultad los obstáculos óseos llegando,
fácilmente, al centro del cerebro para hacerlo estallar? O: ¿por qué no se
disparó sobre la sien?
Debe tenerse en cuenta: el parietal
es el hueso más duro y de mayos espesor, del cráneo. La bala entró a través de
la oreja en dirección ascendente, según los médicos forenses. Ya nadie duda de
que el disparo lo efectuó Nisman.
29) ¿Verdaderamente estaba dispuesto a
quitarse la vida?
¿Quién decide suicidarse y se dispara a través de la oreja,
que es un obstáculo más para el trayecto del pequeño proyectil?
30) ¿Tuvo dudas y vaciló antes de accionar el
gatillo?
31) Es posible que:
Alberto Nisman no tuviera en cuenta que el arma que
le prestan reúne ciertas características:
·
Proviene de una de las mejores fábricas de armas del mundo.
·
Su mantenimiento es excelente, quizá obsesivo.
·
No tiene mucho uso, tal vez unos pocos disparos de prueba, o ninguno. (Desconozco si su
secretario frecuentaba algún polígono).
·
Todo esto, es decir que el arma sea nueva y de gran calidad
hace que funcione con su máxima eficacia.
Tampoco imaginó que la asistencia médica
llegaría demasiado tarde.
Los médicos forenses
dirán si murió en forma instantánea o por la pérdida de sangre. También deberán
aclarar cuánto tiempo pasó desde el disparo hasta su muerte, suponiendo que
existe esa brecha.
Conclusión:
Quien dispara el arma
contra sí mismo es el propio Nisman.
1)
Es posible que decida darse un tiro, pero no matarse. Por
eso se dispara en el parietal y no en la sien o a través de la boca.
2)
Es posible que le surjan dudas en el último momento (muy frecuente en los actos suicidas). Por eso, la
mano, que empuña el arma, tiembla, y en el momento de disparar en la sien, se corre y el disparo ingresa a través de la
oreja y el parietal. (¡Es difícil que alguien decida suicidarse y se dispare
sobre la oreja!)
3)
O la 22 estaba tomada sin firmeza. Según información
periodística el arma quedó debajo del cuerpo del fiscal, a cierta distancia de
la mano que la accionó. Esto ratificaría la idea de la falta de firmeza con que
fue empuñada, que daría lugar a las dos suposiciones explicadas: se disparó sin
intención de matarse; o vaciló en el instante previo al de accionar el arma.
Además sería un motivo más que impide que el barrido electrónico dé positivo.
Si la información divulgada, en cuanto al lugar donde queda el arma y el cuerpo,
es certera, no cabría ninguna duda de lo dicho.
Es oportuno aclarar que cuando alguien acciona una
arma de bajo calibre, como una pistola .22, el revote o retroceso es
prácticamente nulo, siempre que haya sido empuñada correctamente. Es difícil que
un arma de ese calibre sea accionada contra uno mismo y no quede en la misma
mano o a unos centímetros de ella. (Excepción: que la persona esté parada).
Esto ratificaría lo dicho en este punto y en los anteriores.
4)
En consonancia con el punto anterior: Aunque parezca
exótico, no debe descartarse que Nisman haya tomado el arma, en el momento de
dispararla, apoyando el canto exterior de la culata en el ángulo que se forma
entre el pulgar y el índice, abriendo el pulgar para evitar que queden
micropartículas detectables en el barrido electrónico; el lado interno de la
culata la habría tomado con el dedo índice, es decir por la parte más lejana al
percutor y su cola (gatillo). De ese modo, luego del disparo, la pistola salta y puede ir a parar a cualquier
lugar (por supuesto: en un perímetro reducido); y las partículas que deja son
indetectables.
5)
Si Nisman decidió dispararse, pero no tenía la intención de
matarse, habría que saber cuánto tiempo pasó entre el disparo y la muerte. Dato
decisivo, pues descartaría la hipótesis de homicidio. Esto, en el caso que no
haya muerto en forma concomitante con el disparo. Nadie va a cometer semejante
hecho, contra el fiscal que lleva la causa AMIA, y no va a asegurarse de haber
logrado el objetivo.
6)
________________________________________________________
Quinta entrega (Algo
postergada, debido a que dediqué demasiado tiempo a averiguar quién o quiénes
habían intervenido mi computadora)
—Nos vemos mañana —dio
un par de pasos. Con la puerta entreabierta lo miraba alejarse. De pronto giró
360 grados sobre sus pies, casi saltando, y me dijo—: O esta noche. ¿Qué le
parece si lo paso a buscar y salimos a cenar? Eso sí: de trabajo nada, ni una
palabra. Se trata de una simple cuestión… recreativa, aunque… invita la casa —dijo sonriente—. O si lo
prefiere la fábrica de zapatos. —Volvió a sonreír—. De paso deja descansar a
los delivery. Y usted le da tregua a su estómago, que debe estar bastante saturado de
pizza con anchoas.
Habíamos tomado varios
cafés:
—La ex esposa sí sabía
lo que iba hacer, por eso las chicas hablan de algo raro, a través del chat,
ése que está de moda entre los chicos. —Me aseguró eso como si tuviera una
grabación de la conversación del Fiscal con su ex—. Por eso discuten: ella no
estaba de acuerdo con la acusación que iba a emprender el Fiscal. Claramente le
dijo que comprometía a sus hijas; pero lo que más le molestó al Fiscal fue que
su ex esposa no confiara en él y que le dijera que iba hacer un papelón que le
costaría su prestigio, claro: muy poco, imagine: diez años al frente de una
investigación judicial sin haber avanzado ni un poquito. Y se trata de la
investigación más importante de la historia judicial argentina. Pero lo que más
le preocupaba a la ex esposa era que ese papelón afectaría a sus hijas y a ella
misma. Recuerde que ella es jueza y que su actividad en ese cargo es bastante
oscura y todos saben de sus contactos… —Lo interrumpí, pues me había propuesto,
seriamente, dos cosas: no permitirle que tuviera siempre la iniciativa, o, al
menos, trazar alguna línea que me permitiera regular esa forma intempestiva que
había utilizado en los encuentros anteriores. Me proponía, de alguna manera,
que no tenía muy en claro, dejarlo hablar cuando estuviera aportándome algo
nuevo y, la segunda cosa, no dejar
que me entregara información ya conocida, como lo de la ex mujer del Fiscal. O,
al menos conocida en ciertos círculos. Entonces, le pregunté:
—¿Cómo se llama la
operación?
—No sé a qué se
refiere.
—A la operación de
contrainteligencia que usted mencionó… —Me interrumpió; y me di cuenta, no
tanto por la interrupción como por su cara, que había adivinado mi intención de
tomar la iniciativa. Me autocritiqué internamente: mi interrupción a su
perorata había sido burda.
—Ah, lo había
olvidado, mejor dicho no sé de qué me habla —me dijo con ironía y, con la palma
hacia adelante y luego con el dedo cruzado en la boca, me indicó que me
callara. De inmediato señaló hacia el techo, indicándome, como lo había hecho
antes, la instalación de un micrófono.
—¿Lo había olvidado?
¡Lo había olvidado!, me da risa. Hace unas horas llegó aquí con una especie de
paranoia, con un libro de contabilidad y con indicaciones escritas de lo que
debía hacer y publicar. Lo revisé todo, no hay ningún micrófono, nadie nos
estuvo ni nos está escuchando, deje de actuar…, pensándolo bien…, alguien que
trabaja en inteligencia al servicio de los poderosos, de los magnates, de
ciertos políticos…, del capitalismo más rancio, ¿puede dejar de actuar en algún
momento? Sí, claro, pensándolo bien usted… ni usted sabe quién es, o por lo
menos debe confundirse con bastante frecuencia: por momentos, sí sí, estoy seguro,
en muchos momentos no debe saber si el que está en un cumpleaños familiar es
usted con su yo sincero, disfrutando de la fiesta; o si es el agente que está
analizando cada comportamiento, hasta el de un sobrino de diez años cuando va a
soplar las velas. Le debe ocurrir lo que me sucedía a mí hace muchos años… —no
me dejó continuar.
—Hablando de muchos
años, podríamos charlar un rato sobre sus viajes a Moscú. Dos veces, ¿no? ¿O
fueron más? Aventuro…, me gustan las hipótesis, aventuro lo siguiente: dos veces
con su pasaporte original; la primera: un viaje de estudios, usted se destaca, entonces viene el segundo viaje: capacitación, ¿no? ¿Cuántas veces más
con pasaporte falso? ¿De qué vivió entre los años…? —No lo dejé hablar. No
estaba dispuesto a que fuera él quien interrogara.
—¿Y la pantomima del
micrófono aquí? —Señalé hacia el techo.
—Mire, me alegra mucho
que haya revisado su departamento y que podamos hablar tranquilamente. Espero
que lo haya hecho bien.
—A usted se lo ve muy
relajado. Además, comenzó a hablar desde un principio como si supiera que no
hay ningún micrófono. No recuerdo haberle dicho que revisé cada rincón de mi
departamento, ¿me entiende, Daniel?
—Por supuesto, estoy
relajado, hablo con libertad y cómodamente —deslizó su culo hacia adelante,
ubicándolo en la punta del sillón; inclinó su cuerpo hacia mí, esgrimió, una
vez más, su dedo índice apuntándome—. Cree que hace falta que me lo diga. No
tengo ninguna duda de que revisó hasta el baño. Vamos, hombre, somos adultos…
Creo que deberíamos hablar de Moscú, de la embajada…
—¡No!, yo no lo creo.
Yo creo que debemos hablar de la operación de contrainteligencia, empecemos por
su nombre. Lo sabemos muy bien, cuando se inicia una operación no se trata de
una investigación. Es una operación, es un accionar en contra o a favor de
algún objetivo y siempre a algún estúpido jefe se le ocurre ponerle algún
estúpido nombre, como por ejemplo Negro el 29, además en estos casos siempre se
involucra más personal del que se destina para una simple investigación. Y
también quiero saber para quién trabajo. Si se trata de la Secretaría, también
quiero que me diga a qué sector pertenece; es decir, yo —golpeé con la palma de
la mano dos veces mi pecho—, trabajo para el sector pro yankee. De los dos mil
agentes el setenta por ciento o más responden a esta línea…
—Entiendo, a Moscú le
preocuparía; sólo que la Unión Soviética… ya no existe… —No lo dejé seguir
hablando.
—¡No me interrumpa!
Disculpe si estoy algo alterado pero hacía mucho tiempo que…
—Lo entiendo, lo
entiendo, relájese. Como le dije lo hemos contactado a usted porque confiamos
plenamente. Sabemos que ya hace mucho tiempo que no… participa. —Lo dijo con una voz que por primera vez me pareció
humana y auténtica—. Todo el mundo conoce esos porcentajes: un setenta con
Estados Unidos, dentro del cual un ochenta está vinculado al narcotráfico. Un
veinte por ciento pro árabe, y el resto se divide entre técnicos abúlicos y un
pequeño sector identificado con la democracia, el ministerio y con el proyecto.
—¿Pequeño? Yo diría
pequeñísimo, prácticamente insignificante. Y con la democracia y el proyecto,
humm, no creo que lleguen a diez; sí, no más de diez; tal vez veinte agentes,
siendo optimista; y tal vez dos o tres —me interrumpí. Pensé que podría darle
antigua información que hoy podría estar vigente.
—¿De izquierda? Eso me
iba a decir, ¿verdad? Es posible. Dos o tres es posible y también es
insignificante.
—Aún no me dice para
quién… ¿trabajamos?
—Tranquilícese. No
vengo de allí, estuve un tiempo en la Secretaría,
se lo confieso, sí claro que estuve, pero
cumpliendo una misión. Vengo de más arriba, ya se lo dije y se lo repito: no me
haga decírselo, creo que si me cree que no tengo ninguna relación con la
Secretaría, podrá inferirlo. Sólo créame
que no vengo de esa cosa, porque no
es más que eso: una cosa amorfa.
—De más arriba —dije
más para mí, más que para él. Con la cabeza entre las manos y la vista en el
piso, me quedé pensando. Ambos hicimos silencio unos pocos minutos. Él
esperaba, seguramente, alguna pregunta o una afirmación que con tres letras
definiera ese lugar de más arriba. Pero no le di el gusto. Me lo negaría antes
que concluyera con mi inferencia.
Pero me tranquilicé. O, mejor dicho, terminé con mi actuación de
intranquilidad. Y estaba seguro que si mi enojo no lo había actuado, al menos
lo había sobreactuado, y el resultado había sido exitoso.
—Creo que ya lo sabe.
Puede decidir seguir o no. Nadie lo va a obligar, por supuesto: este contacto,
estas charlas, lo que usted publicó, etcétera, etcétera, es pura ficción.
—Podría recurrir a los
medios, como protección, por supuesto.
—¿Qué les diría? Que
un sujeto así y asá, bla, bla, bla, le reveló información clasificada. Que
gracias a eso sabe cómo fue lo del Fiscal, y esto y lo otro —meneaba la cabeza
hacia un lado y otro—, lo tomarían por un loco, aunque si tuviera un poquito de
suerte lo acusarían de ser un escritor mediocre y desconocido con ganas de
recorrer canales de televisión para vender unos libros más…
No me sentía ofendido
en lo más mínimo en cuanto a la tipificación de escritor en la que Daniel me
incluía. Sin embargo un pequeño resto de orgullo me llevó a responderle:
—Mis libros están
agotados —dije y de inmediato me sentí un estúpido.
—Bien, pero llevaría
su ficción y nadie pensaría que no es otra cosa más que ficción, y, como le
decía, con un poco de suerte, algún editor lo llamaría para hacer otra, ¿tirada
se dice?, sí, otra tirada…
—Se dice “otra
e–di–ción”… —le dije con tono de insinuación ofensiva, de modo tal que Daniel
interpretara la palabra que faltaba, como por ejemplo: “burro”, “ignorante” o
algo por el estilo.
—Usted fue joven, ¿ya
no lo recuerda?, ¿le dice algo Moscú?, ¿le dice algo KGV?, ¿en qué piensa si le
digo 1989? —lanzó a modo de misil, 1.962.
—¿Y si entrego a los
medios la filmación? —señalé hacia arriba y en dirección a la biblioteca.
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