La farsa más grande
Ya
sabíamos que el ex fiscal de la causa
AMIA, tenía una caja de seguridad en el Banco Ciudad, sucursal 75, que su madre
vació, en dos maletas, unos días antes de que llegara la fiscal Fein. También
sabíamos que apenas llegado de Europa abrió una cuenta en una financiera y que
Sara Garfunkel, cotitular en ambos casos, también se ocupó de vaciar en forma
rápida y oportuna.
Ahora
sabemos un poco más. Por ejemplo, que tenía una cuenta en el Merrill Lynch de Nueva York, con testaferros:
Sara Garfunkel, la madre del fiscal; Sandra Nisman, la hermana, y Diego
Lagomarsino; aunque Nisman era el apoderado y quien hacía las operaciones. Nos
enteramos que de los 41 mil pesos que cobraba mensualmente Lagomarsino,
depositaba 20 mil a nombre del fiscal Nisman. Nos informamos que se investiga
si tenía inversiones inmobiliarias en Estados Unidos y en Uruguay. Supimos que
tenía una vida de viajes y placeres
que no condicen con la investidura de un fiscal o, al menos, con la imagen angelical que algunos medios pretendían
mostrarnos. También: que tenía una joven novia; que consumía prostitución VIP;
que tomaba el champagne más caro y circulaba en un Audi de unos cuatrocientos
mil pesos; todo esto, malgastando el dinero destinado a dilucidar la verdad
sobre el atentado a la AMIA. En cuanto a su relación con las mujeres, lo
ilustra muy bien su amiga, la fiscal Fabiana León: "Siempre fue mujeriego,
me causó gracia cuando intentaron instalar una supuesta relación homosexual.
Alberto tenía virtudes como su intelecto y tenía defectos, pero no sé si ser
mujeriego es uno de ellos".
“Alberto tenía virtudes como su intelecto.” No lo demostró: durante diez
años la causa AMIA estuvo prácticamente paralizada. Sus mejores ideas fueron:
seguir los lineamientos que le indicaban desde la embajada de Estados Unidos;
dejar en manos de Stiuso la investigación, contratar ñoquis, intervenir
teléfonos de personajes irrelevantes en la vida política nacional, y mucho más
en la internacional. Aunque su mayor virtud intelectual fue hacer la más falsa
de todas las acusaciones falsas al gobierno de CFK. Con tal fin, en su
irrespetuosa e impresentable acusación, necesitó repetir “plan” más de trescientas
veces: “plan criminal”, “plan de impunidad”, “plan de encubrimiento”,
“sofisticado plan, “siniestro plan”, “plan delictivo”. Y hablar de “encubrir al
terrorismo”, de “plan secreto de impunidad”… Y también decir (pág. 206): “Maliciosamente,
la Sra. Presidente se estaba refiriendo al comercio entre privados. No podía admitir que había decidido
aniquilar la justicia en el caso AMIA a cambio de establecer un comercio a
nivel estatal que no existía y que buscaba retomar.” (El resaltado me
pertenece)
Pareciera ser que
mientras más sabemos del cuantioso patrimonio económico de Nisman, y de sus viajes y
placeres, vamos dejando en el olvido su farsa más grande: Acusar, sin
fundamentos ni pruebas, a CFK, al canciller Timerman y a otros. Es necesario
mantener la memoria fresca en cuanto a este tema; es necesario seguir develando
la mentira de Nisman; es imprescindible llegar a la gente, explicando con simpleza esta operación política; hace falta
denunciar a S. Arroyo S. —inesperada operadora política, de facto, de la
oposición—, por sus constantes planteos dilatorios en torno a la causa.
La fiscal Fein debe
poner el pie en el acelerador; debe darse cuenta que son muchos los que están
agazapados para lanzar sus garras lo más cercano posible a las elecciones. No
podemos permitir que las mentiras pasen, mientras que los medios concentrados
construyen, a su gusto e intereses, y con apariencia anónima, eso que llamamos opinión pública. Tal vez, algunas palabras de Kierkegaard nos
templen en esta lucha: “Los grandes hombres serán célebres en la historia; pero
cada cual fue grande según el objeto de su esperanza:
uno fue grande en la que atiende a lo posible; otro en las cosas eternas; pero
el más grande de todos fue quien esperó lo imposible. Los grandes hombres sobrevivirán en la memoria; pero cada uno de
ellos fue grande según la importancia de aquello que combatió.” (El resaltado me pertenece). Combatamos la mentira.
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